domingo, 7 de diciembre de 2008

Los siete sonetos.


Siete sonetos.


1

Desde los firmes pies a la cabeza,
así yo ando y desando tu camino;
moribundo y ahogado en la belleza;
ando y desando a tientas mi destino.

Aquel que se aventure en tu sendero,
igual que yo se mirará, perdido,
en un etéreo sueño verdadero,
en un principio y final invertido.

Probando aquello que se me revela,
mordiendo cada fruto con fiereza,
andando más profundo, siempre en vela.

Destino que termina donde empieza,
camino que camino sin cautela,
desde los firmes pies a la cabeza.


2

Siento en el núcleo de mi vida
una explosión que sube y que desciende;
una paloma con el ala herida;
un vendaval de luz do se desprende

un fulgor de la música perdida,
de los abismos negros donde pende
un misterio de almas encendidas,
y una dulce tristeza me sorprende.

Y soy de donde es la cruel poesía.
Un mar de sal asciende y ahora baja
desde el final germina cual tormento.

Miro cómo muda la señera vía.
Ya un fino fulgor la razón ataja:
un fin y un principio que acaban, siento.


3

Contempla la inversión de los sentidos,
cerca de mí, que pendo de cabeza.
Los saludos se vuelven en despidos;
el poema termina, pero empieza.

Volverán esos que creíamos idos;
artificios se volverán belleza;
los recuerdos que fueron vividos
serán felicidad, serán tristeza.

Una tormenta que surge de lo hondo;
una locura que será explicada;
un cadáver que de repente nace;

una superficie que toca fondo;
mirarás en la vuelta retornada
lo que en el silencio despierto yace.


4

Volverán al silencio las canciones
y así como son los que antaño fueron
viviremos la muerte de los dones;
lloraremos a los que nos quisieron.

La destrucción de todas las naciones
se vislumbrará porque ya ocurrieron.
Volverán los antiguos corazones
a exigir aquello que no vivieron.

El final es ayer y fue mañana.
La razón sube al barco de los locos.
El principio es ahora y siempre ha sido.

El poema será de vida mundana;
lo mundanal será placer de pocos;
creerás la mentira que has leído.


5

“Que dejarte de amar será mi muerte”
A la dulce manera de Concha Urquiza.

Entre dejarte ir o ir pronto a buscarte;
entre el amargo gusto de tenerte,
mi pobre cuerpo oscila entre esta suerte.
Triste saber si sé, o no sé olvidarte.

Reconozco que es mi sino el soñarte,
“que dejarte de amar será mi muerte”.
Cadáver que no debe ya dolerte;
cadáver que no puede sino amarte.

Reconozco que es mi enajenada alma,
jirón de herida nube entre tus manos:
no puede más vivir si no es cautiva.

Y en la triste libertad que hay en la calma
de tus labios abiertos como llanos,
la razón se ve libre y fugitiva.

(13-1-00)


6

Si pudiera, te diría, alma mía,
porqué no son mis días felices;
porqué llevo en el cuerpo cicatrices;
porque mi psique toda desvaría.

Si pudiera, te diría, alma mía,
porque mis sueños son en tintes grises;
porque se ponen coloradas las narices;
porque nos duele tanto la agonía.

Si pudiera te diría, alma mía,
de qué forma y color es la esperanza;
de qué materia blanda es la alegría;

de qué triste sabor es la añoranza
cuando muere la razón y su porfía,
si pudiera, aquí mismo te diría.


7

Pues hay, ante la razón, un espejo;
como pluma invertida, mutilada;
como falsa fe: como fugaz reflejo;
la lógica retorna adormilada.

Una cuna de oro, un féretro viejo;
yace en esta locura despertada,
y aquí donde el Caos murió, perplejo,
la carne debe ser pieza ofrendada.

En este inútil eco quejumbroso
ve unir los frutos y las guerras;
ángeles difuntos y furias finas;

entra y contempla entre triste y gozoso,
los dulces sexos y las yermas tierras.
Ven y ve los placeres y las ruinas.

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