martes, 9 de diciembre de 2008

Los Cantos del Hoggar


Estos poemas que ofrezco son un remanso de belleza antigua. En español aparecieron en el libro Amor y poesía en Oriente de Juan José Domenchina con el título Cantos del Oasis de Hoggar.
"El libro tiene una estructura narrativa. Los poemas, escritos en primera persona, hablan del amor de Mussa-ag-Amastán por Dassina-ult-Yemma, y su muerte final ante el amor no correspondido. Mussa-ag-Amastan, anrenokal o jefe de una confederación de tribus del Hoggar, murió en 1920, y tal vez se incorporaron a su historia muchos cantos anteriores de esta tradición tan vigorosa poéticamente" dice Cross.
Hay en ellos metáforas simples, naturales. Siempre he creído que es ahí donde está la verdadera poesía.
Helos:

CANTOS DE LOS OASIS DEL HOGGAR
(Fragmentos)

No tengo por qué preguntar dónde está mi bien amada.
Es allí donde veo que acuden los hombres, con su más hermoso atuendo guerrero.
Allí donde veo que acuden las mujeres
con sus más bellos colores sobre el rostro.(...)
Bajo la tienda real, con sus estacas de madera esculpidas y decoradas
que sostienen las pieles de gacelas, de cabras y de corderos,
y al abrigo de una estera de fibra;
Bajo la tienda del árbol, a la sombra del follaje que acaricia su frente;
Bajo la tienda de la montana,
a la sombra de las rocas que se inclinan para saludarla.

* * *

No has querido lucir ninguna joya sobre tu carne blanca;
tus cabellos, peinados en pequeñas trenzas, son tu único adorno
bajo el velo que cae a ambos lados de tu frente, como un ala,
bajo el ala más grande del Tili de paja.
Pero Embarka, tu fiel negra, lleva sobre sí toda la riqueza de tus cofres,
y su carne oscura perfumada de aceite,
pone con sus adornos una sombra deslumbrante
en la sombra de tus pasos, ella a quien llaman “tu sombra”,
ella que conoce tus secretos,
y mataría a quien quisiera averiguarlos.
Y tú, solo con tu sonrisa, resplandeces entre todas y sobre todos,
más dulce, ante tu morada, que el pan de azúcar y el panal de miel.

**
Entonces en la noche que presta al desierto una sonrisa de mujer,
el sol poniente
ha ofrecido un penacho de plumas de avestruz a Dassina,
la bien amada siempre presente,
y a la cámara rosa del cielo volvió a cerrarse.
Y en el delirio que me posee, he pronunciado tu nombre ¡oh Dassina!,
y el espejismo ha construido toda una ciudad para oírme hablar de ti,
¡oh Dassina- ult- Yemma!
Y he dicho a los sacerdotes, a los guerreros,
a los pastores invisibles que te veían conmigo:
-Dassina-ult-Yemma es incomparable, única.
Es la rosa del Hoggar, ella que pone sobre sus mejillas, para atraer
los besos, el creciente de la luna nueva, el áureo signo trazado con ocre amarillo,
el signo que embellece sus ojos como la estrella se embellece bajo el creciente
áureo de la luna.
Y cuando el espejismo que me oía hablar de ti,
se ocultó el rostro,
como hacen los hombres, oh Dassina, para escucharte mejor,
le he dicho a la fiebre que pasaba:
-Fiebre de ojos encarnados,
fiebre de risa de hashish,
fiebre de cabellos de leona,
fiebre de piel de hipopótamo,
fiebre de manos de simio,
¿qué podrías hacer tu, la más fea, ante Dassina, la mas deseada,
ante aquella a quien nunca pudiste mirar con tus ojos enrojecidos, ella
que brilla más que el sol, ella, Dassina- ult-Yemma?
Entonces la fiebre burlándose, levantó su velo amarillo y me dijo:
-Mira, ¡hela aquí!
Y te he visto oh Dassina, he visto tus manos danzar sobre la arena que danza,
y eras como una blanca estatua de sal, modelada en la mina de Taudeni,
donde se encuentra la sal más bella del mundo,
y tus esclavas te admiraban,
tendidas en círculo a tus pies,
como los astros nocturnos en tomo de la orgullosa luna;
Eras como una blanca estatua de sal cuyas manos sólo vivían.
Oh Dassina-ult-Yemma, tú que solo danzas con tus manos,
con tus manos tendidas ante tu rostro descubierto, dame la vida,
con su leche, con su miel, con su jazmín y su rosa,
y su paloma y su gacela, y su pimienta y su henné,
y su puñal y su mazo,
y su halcón y su león...

**
Entonces mis pies desnudos ordenan a mi meharí que se apresure,
puesto que Dassina nos espera,
y los espíritus invisibles de la noche,
que se deslizan desde los últimos rayos, adornan la tierra,
como nuestros bordadores y cinceladores,
con grecas y nervaduras de ocre,
de azafrán y de sangre,
que una hebra de noche bordea de negro.
Y la tierra se convierte en un inmenso cojin targuí
sobre el cual, oh Dassina,
te ofreces desnuda a la diffa del amor...

2 comentarios:

Betzaida dijo...

Dichosas las palabras que brotan de tu mente, más aún cuando son abortadas por la tinta infinita de tu pluma delirante. Acaricias las tristezas con tus pétalos de orquídea finos, delicados, acompasados....

Afhit Hernández dijo...

Querida Bet, la de nombre de la bella ciudad amurallada. Gracias por visitar el blog.
Un abrazote.