martes, 17 de febrero de 2009

Ofelia


Ofelia sabe que la vida es un caudal.
Se sienta en su estera de lino,
lee un libro empezado hace tiempo
y su respiración se hace pesada.

Ofelia sabe que lleva en el pecho una paloma.

Si él llama, calienta el auricular,
toca su lóbulo el teléfono,
luego lo oprime contra su pecho.

Ofelia sonríe cuando habla de nosotros;
la luz pasajera le cae sobre la cara,
le ilumina los ojos, tan cargados de sombras.
Luego duda la duda de la muerte.

Ofelia le canta la canción al vidrio de la ventana.

No hay nada más bello que Ofelia,
cuando se acuerda de su infancia
y habla de su madre,
y de su cuerpo.

Toca su vientre dulce
y piensa en el futuro.

Todos la queremos tanto, tanto.
Yo por Ofelia,
daría todo lo valioso que queda de mi vida.
Pues sé, igual que ella,
que si se ama
debe ser hasta morir esa otra muerte eterna.