A veces he deseado
que un huracán de fuego
recorra el mundo en una noche.
No despertar a esta bruma movediza,
este pantano donde ahogar palomas.
Mira.
La felicidad es una chispa.
Nada me ata a ti.
Pero te busco y te llamo entre los cardos:
volver a ti, a tu llama helada.
Tu canto agreste, tu calcinada herida.
Es como amarrarse al mástil más macizo
deseando que zozobre el barco,
haciendo del mar apaciguado una tumba o un légamo sinuoso.
A veces le rezo a Dios como si estuviera enloquecido
o a punto de morirme.
Otras veces he deseado tu muerte,
o por lo menos,
oh, concesión divina,
que ames a alguien más con la misma fuerza de mi amor caído.
martes, 14 de julio de 2009
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1 comentario:
"A veces le rezo a Dios como si estuviera enloquecido
o a punto de morirme."
Maestro: simplemente hermoso.
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